La Agenda 2030 es la respuesta unánime de todos los países que conforman las Naciones Unidas a los desafíos a los que se enfrenta nuestra civilización, con el cambio climático a la cabeza. Los ODS por su parte, son la hoja de ruta, con sus 169 metas y sus 233 indicadores, que de aquí a 2030 nos marcarán el camino hacia un mundo donde impere el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones: social, económica y medioambiental.
La fortaleza y el éxito de esta agenda global, descansa, fundamentalmente, sobre tres pilares:
- La transversalidad entendida desde la interconexión de un mundo erigido como un sistema de sistemas dependientes unos de otros. Los ODS nos hacen adoptar una visión holística e integral, una mirada multidisciplinar, de 360 grados, con soluciones que vienen desde distintos campos, que tienen diferentes aristas, como los desafíos que abordan.
- Un carácter eminentemente científico. Los objetivos responden a hechos irrefutables aportados por la ciencia- los informes que publica el IPCC– como las soluciones al cambio climático, la protección de la biodiversidad o la lucha contra la pobreza. Esos datos científicos subrayan la interconexión de los desafíos y las soluciones: por ejemplo, no se puede proteger la biodiversidad si no se lucha contra la pobreza en todas sus dimensiones, o no es posible abordar el cambio climático sin la perspectiva de género.
- La inclusión. La Agenda 2030 tiene como premisa no dejar a nadie atrás, de manera que todos los logros han de conseguirse para todos los habitantes del planeta, sin excepción. Este rasgo inclusivo y participativo ya se vio en su gestación. A diferencia de otras agendas anteriores ideada desde los gobiernos para los gobiernos, el proceso de elaboración de la actual se hizo desde la transparencia y la gobernanza participativa. Es por eso que es una llamada a la acción de todos los actores: instituciones públicas, empresas, tercer sector y sociedad civil.
Nos encontramos en un punto de inflexión. La pandemia ha provocado que los logros y el ritmo de consecución de los ODS se ralenticen. Sin embargo, también nos ha hecho más conscientes que nunca, de la necesidad de conseguir alcanzarlos. Nos quedan 10 años para lograrlo. La urgencia de esta década exige, por tanto, que todos los sectores se pongan en marcha para asegurar una mayor igualdad social y económica y para abordar la emergencia climática. Pero recordemos que los cambios que nos pide la Agenda 2030 van más allá de un cambio en los sistemas- económico, social y gestión medioambiental-. Requieren de una transformación de nuestros valores culturales. La cultura junto con la educación juegan un papel fundamental en la construcción de un nuevo conocimiento que nos lleve a una profunda reflexión acerca de quiénes hemos sido como especie, quiénes somos y hacia dónde queremos ir.